jueves, 30 de abril de 2015
tzeltal
Los tzeltal son el grupo étnico más grande ubicado en Los Altos, región montañosa localizada en Chiapas, México. Son uno de los muchos grupos que descienden de los mayas, conservando una lengua que pertenece a la rama este del grupo lingüístico de esta misma cultura. La mayoría de los tseltal viven en comunidades dentro de veinte municipios distintos bajo el sistema mexicano llamado "usos y costumbres", el cual pretende respetar las autoridades y política tradicional indígena. Las mujeres tzeltal suelen usar huipiles tradicionales y blusas negras; sin embargo, los hombres no utilizan una vestimenta tradicional. La religión tseltal es un sincretismo de las creencias tanto cristianas como nativas y aún se practica la medicina tradicional y el chamanismo. La mayoría vive de la agricultura y de las artesanías, generalmente textiles; no obstante, muchos trabajan por un salario para enfrentar las necesidades familiares.Vestimenta tradicional
LOS TZOTZILESVestimenta Hombres Usan pantalón corto y camisa de tela tejida que les llega a las rodillas, faja roja de algodón, huaraches de cuero y sombrero de palo que decoran con listones de colores.
Vestimenta Mujeres Como blusa usan huipiles cortos que están metidos alrededor de la falda; la falda es larga color azul o roja que llega hasta la cintura y un chal o rebozos para cargar a sus hijos.
Comida tradicional
Durante las fiestas patronales los tzeltales guisan diversos platillos de maíz: atole agrio con chilito, galletas, tamales y el chilim, una bebida muy rica y nutritiva que se toma al principio de cada comida. Las señoras muelen y muelen maíz para cocinar la comida de cada día de fiesta.
Servicios con los que cuentan
CAMINOS E INFRAESTRUCTURA
La principal vía de comunicación en la zona
es la carretera Panamericana que proviene
del Istmo de Tehuantepec, pasa por
Tuxtla Gutiérrez, San Cristóbal de las Casas,
se dirige a Teopisca y continúa hacia
Comitán. Un ramal de esta carretera se
desprende hacia Pichucalco. En el 2003
se inauguró la nueva carretera que va de
Ocosocuautla a Choapas, Veracruz, la cual
acorta a menos de la mitad el trayecto a
Veracruz, y reduce en por lo menos cuatro
horas la comunicación de Chiapas a la
ciudad de México.
La mayoría de las cabeceras municipales
están comunicadas a San Cristóbal
de las Casas por carretera asfaltada y se
mantienen en buenas condiciones; muchos
de los poblados indígenas cuentan
con camino de terracería. Toda la infraestructura
de caminos en Chiapas ha sido
aceleradamente modernizada a partir de
los sucesos de 1994 y la mayor parte de
los parajes cuentan con una buena ruta
pavimentada. Este cambio afectó de manera
diversa la vida cultural, los valores y,
sobre todo, la noción de tiempo, la idea
de lejos/cerca, dando una nueva perspectiva
al tiempo y a las expectativas de los
jóvenes que cada vez más se acercan a la
vida de la ciudad.
En la actualidad todas las cabeceras
municipales cuentan con servicios de luz,
agua potable y un servicio de drenaje que
falta modernizar, mientras la población
indígena asentada en parajes y caseríos
carece de drenaje y no todas las familias
cuentan con fosa séptica debido a la falta
de compromiso de los programas de salud
comunitaria de las Unidades Médico Rurales
(UMR). Casi todos los parajes cuentan
con tuberías de agua potable y una
matriz abastecedora instalada en el lugar
del antiguo “ojo de agua” o manantial del
lugar. Los comités de obras públicas y de
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PUEBLOS INDÍGENAS DEL MÉXICO CONTEMPORÁNEO
salud12 han sido capacitados por las UMR
para mantener en buenas condiciones la
infraestructura, poner cloro en la instalación
y controlar que no haya fugas o roturas
de mangueras.
La ciudad de San Cristóbal, antigua sede
del poder colonial, cuenta con el mercado
indígena más importante de la región
y controlado por ladinos. A éste confluyen
los productos agrícolas y artesanales de las
diferentes comunidades indígenas para su
venta, al mismo tiempo que es el lugar en
donde los indígenas se proveen de productos
industrializados básicos. En esta ciudad
también se encuentran los servicios más
importantes en materia de salud, educación
y comunicaciones.
El antiguo mercado de San Cristóbal es
un ejemplo pintoresco de esa realidad debido
a la diversidad de productos que llegan
de cultivos de clima frío y templado. Cada
puesto es un tema étnico debido a la forma
de presentar los productos en canastas en
montoncitos coloridos o por el sistema de
medida tradicional, en tiestos de “porcelana”
o puños en platos de greda. Los indí-
genas mantienen la costumbre de vender
a precios muy bajos (cinco pesos de cacahuates,
un ramo de alcatraces de tres pesos;
elotes a peso, cinco de mandarina, etc.),
mientras ellos deben pagar sumas fuera de
su presupuesto por otros productos manufacturados
o eléctricos. El truque en la sociedad
moderna carece de valor, de plusvalía.
Y esa forma de intercambio desigual hace
de la ciudad colonial un lugar “barato” para
los que tienen ingresos. La diversidad de
frutos y hortalizas impacta la mirada que
busca lo exótico en su variedad de colores
y como lugar de encuentro de culturas; es
punto de enorme atracción. Atrae a turistas
que lo recorren observando y fotografiando
escenas de un tiempo detenido.
Leyendas y mitos
MITOS DE ORIGEN, MEMORIA
Y NARRATIVA ORAL
Los tzeltales, como todos los pueblos de cultura
oral, poseen un enorme acervo de relatos,
cuentos y mitos que dan cuerpo a la
memoria colectiva que los pueblos re-crean
en forma dinámica. Halbwachs, estudioso
de la memoria colectiva, le atribuye a ésta
un carácter normativo que es relevante en
los tzeltales y otros pueblos de cultura oral
porque “no sólo construye el presente [dando
sentido y trama a la identidad], sino porque
esta construcción transforma la realidad
y provee de nuevos modelos y pautas a través
de los cuales se la interpreta y construye”
(Halbwachs, 1994; Vázquez, 2001). La
memoria oral reconoce en el mito su función
configuradora de valores en signos recurrentes
de la identidad que se transmiten
en imágenes o signos de relato. Al evocar
se fija sentido en actos que: “son recordados
desde fuera [de mi mente, y de esa manera]
los grupos de los cuales formo parte
La pequeña aprende a “tortear” mirando a su
madre hacerlo. Tenejapa, Chiapas.
Fotógrafa Maritza Gómez, 2001.
Acervo personal.
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TZELTALES
me ofrecen a cada momento los medios para
reconstruirlos…” (Halbwachs, 1994). La
memoria colectiva surge en tramas de saber
y sentido, y en los procesos sociales e históricos
se reconocen como textos de referencia.
En el afán de arraigar en el mundo
organizado por el mito (Kolakowski, 2000),
el hombre logra mantenerse en una cultura
predominantemente oral, reconociéndose
parte del orden tradicional de ese mundo
organizado. En ese sentido el mito es el
modelo configurador de valores y arraiga, al
transmitir un modelo. Las enseñanzas permanecen
en códigos, en metáforas, símbolos
que el colectivo re-significa al ser traspasado
verbalmente.
Hace mucho tiempo se supo de un niño
de seis años que era muy curioso y le gustaba
mirar la desconocida distancia del
cielo. Un día le preguntó a su padre:
—¿Qué es aquello que alumbra por sí
solo, que titila en el cielo como si echara
chispas?
El padre le respondió:
—Eso que ves en el cielo son estrellas.
Alumbran de noche a la tierra y a todo
el universo.
—¿Y cómo se llaman?
El padre le enseñó:
—Esas son ‘ox kojt, que significa “tres
animales”; aquella es jxana’b o “el caite”;5
la tercera es kurus’ek o “cruz de estrellas”,
que se conoce también como “cruz del
norte”. La cuarta se llama tsek, que en español
significa “enagua de estrellas” (Escorpión),
la quinta se llama nujkupat o
“piel de la espalda”, la sexta, sahubee’ek,
que significa “estrella matutina”, aquella,
Yek’ uljch’ ultatik o “estrella vespertina”;
aquellas otras que son muchas se llaman
sbetoyim, que significa “camino de hielo”
(Vía láctea). Y esos son todos los nombres
que sabemos —concluyó el padre.
El hijo respondió:
—Gracias por darme el nombre de las
estrellas. Nunca lo olvidaré, guardaré en
mi corazón todo esos nombres para que
así nunca se pierdan y los que están por
nacer también los sepan y los cuenten.
Así quedarán a través de generaciones.
Esto dijo el niño sin imaginarse que se le
ocurriría contar las estrellas de Dios. Porque
hasta la fecha no se sabe de nadie
que se haya atrevido a contar las estrellas
del firmamento.
Su curiosidad lo estaba llevando más
allá de los poderes humanos, al pretender
contar e interpretar las estrellas, ya que solamente
Dios sabe cuántas hay. El pobre
niño no pensaba hacer daño y no imaginó
que hiciera mal al pretender contarlas
y tampoco consultó a sus mayores.
Sucedió que ya habiendo sabido sus
nombres, un atardecer su puso a contarlas:
“Así —pensó—, podré decirles a los
EL NIÑO QUE CONTABA LAS ESTRELLAS
5
Caite: en México o Centroamérica es una
sandalia artesanal, de cuero tosco y alto que
sostiene la pantorrilla.
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PUEBLOS INDÍGENAS DEL MÉXICO CONTEMPORÁNEO
DE CÓMO SE FUE ARMANDO
LA HISTORIA EN EL TERRITORIO
A la llegada de los españoles a los Altos de
Chiapas, se encontraron con las tribus mayenses
tzeltales, tzotziles y choles al norte
y este de la Depresión Central. “Para los inEnseñarse
es una experiencia paciente y prolongada, humilde y silenciosa, observando niños y adultos
se “enseñan” en determinados oficios. La niña recibió el privilegio de su cargo, prender y cuidar las
velas en la fiesta del santo patrón. Tenejapa, Chiapas.
Fotógrafa Maritza Gómez, 2001. Acervo personal.
demás cómo se llaman y cuántas hay”. Y
pasó que, a medida que las iba contando,
se iba oscureciendo y aparecían cada
vez más estrellas, y entonces dicen que se
desorientó y ya no pudo terminar de contarlas
porque en el firmamento las estrellas
son infinitas. El niño puso tanto afán en
saber cuántas eran que al ver que era imposible
se desesperó tanto, enloqueció y
murió. Esta historia quedó como enseñanza
para los niños de Tenejapa pues se dice
que “lo infinito no puede contarse
Origen de lengua
LA LENGUA MATERNA
Según De Vos (2001), desde hace 50 años,
más o menos, los indígenas de Chiapas
comenzaron a identificarse por la lengua
materna: tzeltales, tzotziles, choles, etc.
Las lenguas tzotzil y tzeltal, estrechamente
emparentadas, pertenecen a la familia lingüística
maya y forman un subgrupo. Hasta
la fecha constituyen una sola área lingüística,
ya que sus hablantes ocupan la misma
región geográfica, aunque cada municipio
o pueblo habla una variante diferente. Estos
pueblos representan la mayoría lingüística y
conservan un estrecho vínculo con las lenguas
del grupo cholano (chol, chontal de Tabasco
y chortí), y con las del grupo chujano
(tojolabal y chuj), de acuerdo con Kaufman
(1989). Cada municipio habla un dialecto
diferente del tzeltal y tal vez ésta sea una
de las razones por las que se ha detenido el
proceso de estandarización de la ortografía
y la gramática de la lengua escrita.
Fiestas patronales
EN LOS RITOS Y FIESTAS SE RE-CREA
MEMORIA
De acuerdo con la tradición y las estrategias
de preservación de la memoria e identidad,
los tzeltales siguen rigurosamente la
celebración de un calendario de fiesta y ritual,
con que se inicia y concluye el año de
cultivo y ofrendas. Aunque la mayor parte
de la vida ceremonial comunitaria se organiza
en torno a los santos-patrones, para
lo cual se cuenta con un complejo sistema
de elección y representación de cargos de
principales, rezadores o tatik nail (en Tenejapa),
así como alcaldes, mayordomos y
alféreces que se ocupan rigurosamente de
determinadas tareas y rituales. Todos los
municipios celebran fiestas patronales a lo
largo del año, según se trate de San Juan,
en Cancuc, o San Ildefonso, en Tenejapa,
entre las fiestas más simbólicas destaca el
carnaval de Tenejapa y Oxchuc.
EL CARNAVAL, AKOT WACAX
(“BAILE DEL TORO”)
Tenejapa y Oxchuc comparten con otros
pueblos de los Altos la recreación de la
imagen del toro como personaje central de
la fiesta de carnaval que se celebra a fines
de febrero. Se festeja el fin del año viejo y
el inicio de la nueva cosecha. Los personajes
de carnaval se dedican toda una semana
a burlar lo establecido, comenzando por
la identidad de los hombres que se transforman
en “Maruchas” (Marías), vestidos
con ropa de mujer. Mientras tanto, ellas se
ocupan de quitarles la sed con pox, todas
sentadas en hileras circulares, en la plaza.
Los participantes del carnaval rompen con la norma, gritan, corretean y bromean con
palabras obscenas; transgreden. El tiempo
de trabajo se detiene y el mundo pierde
compostura, seriedad
Sistema social y religión
La región principal tzeltal está dividida en tres zonas: norte, centro y sur; con ciertas diferencias demográficas y culturales.8Las mujeres se distinguen por el uso de una falda negra con un cinturón de lana y una blusa de algodón adornada con flores. Su cabello es atado con listones y cubierto con una tela. La mayoría de los hombres no suelen utilizar un atuendo típico.10 Una distinción cultural más importante es la pequeña comunidad, pues cada una es una distinta unidad social y cultural con su propio territorio, dialecto, vestimenta y basados en un sistema de parentesco. Esta lealtad intracomunitaria sobrepasa aquella a nivel étnico.1 9 8 Estas comunidades se basan en una villa o pueblo principal en donde hay varias comunidades más pequeñas y dependientes. La sede es el centro político, religioso y comercial de la comunidad completa. Ésta se encuentra dividida en dos o más barrios o calpuls con sus propias autoridades locales y a veces con su propio santo patrono.8 Las comunidades más conservadoras mantienen la herencia de tierra a través de líneas patriarcales y un complejo sistema de parentesco. Los sistemas menos tradicionales tienden a alinearse con las prácticas ladinas. Aunque existen familias extensas, la familia nuclear es la que impone la norma.8 La religión tzeltal es un sincretismo de elementos autóctonos y católicos. Muchos festivales y ceremonias se asocian con los días dedicados a los santos, organizados por mecenas denominados mayordomos y sus respectivos asistentes llamados alféreces. Los mayordomos encargados de las ceremonias son también líderes en otros asuntos seculares. Estos rituales corresponden a un ciclo anual. El chamanismo y las prácticas mágicas aún prevalecen.11 8 La cosmología Tzeltal está basada en el concepto de la interacción entre el cuerpo, la mente y el espíritu; y cómo éstos interactúan con la comunidad, el mundo y lo supernatural. Esto tiene una fundamental implicación en la medicina tradicional tzeltal, la cual es importante por ser la primera fuente de tratamiento para la mayoría de los tzeltal y debido a la falta de facilidades médicas modernas, generalmente la única fuente. Esta cosmología atribuye a elementos religiosos y mágicos las causas de la enfermedad y la salud. La enfermedad puede ser atribuida al rompimiento de reglas sociales y es entonces una sanción impuesta por los dioses o santos. También puede ser imputada a la brujería realizada por alguien que busca causar algún tipo de daño. Para contrarrestar las enfermedades existen rituales muy variados para cada ocasión. Estos padecimientos son considerados como carencias de armonía en la persona o de la persona con relación al mundo o lo supernatural,por lo que la sanación se enfoca en restaurar este equilibrio
Origen e historia[editar]
Los tseltal son descendientes de los mayas, quienes fueron una de las más tempranas y extensas culturas de Mesoamérica. Este grupo dejó a su paso un gran número de sitios arqueológicos como Tikal y Palenque. Además, el conjunto lingüístico maya es uno de los más grandes dentro de las lenguas americanas, dividiéndose en huasteco, yucateco, maya occidental y oriental.1 La civilización maya llegó a su clímax en el periodo clásico respectivo de la cronología mesoamericana. Sin embargo, del 900 al 1200 d.C. cayó en una etapa de decadencia; ya para el siglo XV casi todas las ciudades se encontraban abandonadas y actualmente todavía no se conocen los motivos del colapso de la civilización maya.2 3 Desde este momento en adelante, las personas que hablaban lenguas mayas se agruparon formando culturas diversas pero con lenguas vinculados entre sí. Los españoles conquistaron el territorio maya a mediados del siglo XVI, incluyendo lo que actualmente es el estado de Chiapas, México. Fundaron la ciudad de San Cristóbal de las Casas, la cual estaba al borde del territorio tzeltal y sometieron a los indígenas al sistema de encomienda, obligándoles a pagar tributo. Desde los periodos colonial y post-colonial hasta la Revolución mexicana, éste y otros grupos indígenas fueron forzados a trabajar en minas, molinos y haciendas del Estado a cambio de un sueldo deficiente. Incluso durante el siglo XX la marginación cultural y económica permaneció constante. Ésta culminó con el movimiento zapatista de 1994, donde participaron los tzeltal y otras etnias.1 2 A mediados del siglo XX, la población del estado y de la zona montañosa creció de manera significativa, por lo que los recursos locales ya no fueron suficientes para el abasto de todos.4 Entonces en 1930, muchos tzeltal junto con otros indígenas y mestizos migraron de la zona montañosa hacia la selva Lacandona. Estos inmigrantes llegaron a la jungla para desmontar el bosque y poder cultivar y criar ganado. Actualmente hay grupos tzeltal en las regiones planas conviviendo con otros grupos indígenas.5 6 Este proceso de colonizar la jungla en búsqueda de crear establecimientos para los grupos indígenas de Chiapas continuó con el apoyo de los zapatistas
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